La infancia se caracteriza por el juego, una época despreocupada llena de placer y risas. Podría parecer que jugar al escondite, al pilla-pilla o a los clásicos no tiene nada que ver con el aprendizaje. Pero ¡nada más lejos de la realidad!

A través del juego, los niños aprenden sobre el mundo, desarrollan la creatividad, se descubren a sí mismos y absorben nuevos conocimientos de forma accesible. Al fin y al cabo, sería difícil mantener la atención de un niño pequeño con libros o historias largas. Los niños pequeños necesitan constantemente nuevos estímulos para mantener su interés.

A los niños pequeños les gusta explorar el mundo que les rodea. Para comprenderlo mejor, el juego no sólo debe tener lugar en casa, es decir, en lugares seguros y ya familiares para el niño. Pasar tiempo en el jardín, dando un paseo o en el parque infantil desarrollará sus capacidades cognitivas al exponerles a lugares completamente nuevos. Además, jugar al aire libre está relacionado con la actividad física, que tiene un efecto positivo en el desarrollo muscular y la forma física. También puede enseñar una postura correcta, protegiendo contra posibles problemas de espalda en el futuro. El movimiento también implica la oxigenación del cuerpo, que se asocia, entre otras cosas, a una mejor concentración.

Habilidades motoras pequeñas y grandes

¿Qué hay detrás de estos conceptos? La motricidad fina está estrechamente relacionada con la destreza de los dedos y las manos. Cuando un niño agarra juguetes, aprende a hacerlo correctamente para que mover objetos le resulte cómodo. Esto, a su vez, se traduce en habilidades más avanzadas, como abrocharse botones, atarse los cordones de los zapatos de forma independiente, sujetar cubiertos, escribir o pintar. La motricidad gruesa afecta a los brazos, las piernas, el tronco y la cabeza. Estimular estas partes del cuerpo mediante el juego mejora su funcionamiento, lo que conduce al dominio de la carrera, el salto y el ciclismo, entre otros.

Aprender a vivir en sociedad

Jugar con compañeros es una forma estupenda de aprender y comprender las normas sociales generalmente aceptadas. El pequeño aprende lo que es la cooperación, así como la sana competencia. Ve que es importante ser sincero, empático y honesto. Jugar a la casa, a la escuela o a la tienda ayuda a comprender la importancia de los distintos papeles sociales. Esto también da forma al aprendizaje sobre las relaciones de causa y efecto de las acciones realizadas.

No hay que pasar por alto la importancia de hacer nuevos amigos. Mediante el contacto con los demás, el niño supera su timidez, entabla nuevas relaciones y aprende las interrelaciones entre las personas. Una vez que tu hijo haya aprendido las reglas de la sociedad, podrá juzgar por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo. No sólo se adaptará al mundo que le rodea, sino que, sobre todo, empezará a desarrollar su propia personalidad.

Por tanto, el juego es una parte fundamental del desarrollo del niño, tanto físico como mental. Proporciona nuevas experiencias, emociones y relaciones, que son importantísimas para crecer. Por tanto, ¡organicemos el tiempo de los niños de modo que haya tanto espacio como sea posible para explorar el mundo!